martes, 28 de agosto de 2007

Tras las huellas de Umbral en Madrid

El Museo Chicote ha cambiado las letras de Umbral, Mihura y compañía por la música de los djs.
Esta es la imagen del lugar el día del fallecimiento de Umbral


Una de las atracciones turísticas de Londres consiste en la visita (9.57 euros por persona) a los escenarios del East End en los que Jack el Destripador cometió cinco asesinatos, allá por el año 1888 . Si este personaje se ha hecho merecedor de tal reconocimiento, no es para menos Francisco Umbral, un genial escritor y también destripador, en el buen sentido: destripador de embustes literarios y de la ciudad de Madrid. En lo referente a la capital, el autor lega algunos retratos, como La noche que llegué al Café Gijón o la Trilogía de Madrid, a través de los cuales puede reconstruirse su itinerario sentimental por la ciudad.

Esta supuesta ruta de homenaje podría comenzar en los aledaños del edificio de Telefónica de la Gran Vía: "Madrid era la Babilonia del arroz a la cubana con plátano frito por las calles del Barco, Valverde, Luna, Madera, Ballesta, Peligros, a la sombra neoyorquizante de la Telefónica, de todos los edificios de la Gran Vía que empezaban a ser ya precatálogo y muy Chicago años veinte, y en cuyas traseras estábamos nosotros, los escritores noveles, los periodistas sin carnet ni escuela, los seminaristas de paisano".

Quizás el escritor no pudiera encontrar en la actualidad muchos de los lugares descritos en sus textos, como el desaparecido Mesón la Luna, en la calle homónima. Pero aún se mantiene parte de su atmósfera canalla, a través de las cuadrillas de obreros que descansan en cualquier sombra, o las prostitutas que, ahora con un barniz multinacional, resisten bajo el opresivo sol del verano madrileño. Un aspecto recurrente en la obra de Umbral es la descripción del ambiente de los bares, donde se reunían algunos autores, otros pseudoautores de más pose que pluma y variada fauna sesentera.

Pero estos lugares también han variado y se han adaptado a los vaivenes contemporáneos, como el Museo Chicote de Gran Vía, que hoy en día ofrece una programación de selectos djs, bajo la iluminación que creó uno de los estiletes del diseño de vanguardia en España, Tomás Alía, autor también de los interiores de Larios Café o el Moma. Algo similar ocurre con el histórico Pasapoga, también sito en Gran Vía, aquella calle que Umbral definiera como "el rascacielos de la literatura".

Si alguien quiere visitar algún lugar que ha sufrido menos cirugías desde la llegada de Umbral a Madrid, ese lugar es el archiconocido Café Gijón, inmortalizado por el famoso inicio de una de las novelas de Umbral: "La primera noche que entré en el Café Gijón puede que fuese una noche de sábado. Había humo, tertulias, un nudo de gente en pie..." Tras su paso por algunas pensiones del centro, la residencia del autor se trasladó a Serrano, "un barrio con botines que olía a gambas a la plancha y cerveza fresca". Desde allí Umbral se mudó a diversas pensiones de Argüelles, al humilde Arroyo Abroñigal, a Vallecas, a Carabanchel, a Getafe, etcétera. Esta inquietud convirtió a Umbral en uno de los mejores retratistas del Madrid del siglo XX. Una visita estos lugares, a esta geografía de la simultaneidad, podría funcionar a modo de homenaje al ciudadano Umbral (1935-2007). ¿Conoces algún lugar típicamente umbraliano para mejorar nuestro recorrido? Por favor, deja tu comentario.

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