jueves, 27 de septiembre de 2007

Austrias madrileños para el día mundial del turismo

Sobre todo han sido españoles los que se han acercado a celebrar el día mundial del turismo, muchos madrileños, según uno de los guías

Flores blancas y amarillas y pegatinas naranjas para celebrar el día mundial del turismo en Madrid; flores para todos los que pasaban por delante del Centro de Turismo de la Plaza Mayor; pegatinas sólo para unas 180 personas que se han distribuido en 6 grupos (uno en inglés) para hacer una visita guiada gratuita por el Madrid de los Austrias, organizada por el Patronato de Turismo del Ayuntamiento.

Las margaritas todavía se pueden conseguir paseando de 15:00 a 19:00 por el eje Prado-Recoletos, los alrededores del Museo del Prado, Thyssen-Bornemisza y Reina Sofía, las plazas Cánovas del Castillo (Neptuno), Cibeles y Colón, así como la Puerta del Sol, la Plaza Mayor, la de la Villa y la de Oriente (Palacio Real). También el itinerario gratuito se puede hacer todavía, pues se repetirá a las 18:00 horas; eso sí, hay que acudir media hora antes a la entrega de las pegatinas naranjas en cuestión, pues el cupo está relativamente limitado a 30 personas para cada uno de los 6 grupos, y, de hecho, según cuenta una de las trabajadoras del Centro de Turismo (punto de entrega de las pegatinas y de inicio de las visitas -Plaza Mayor, 27, metro Sol-), "algunos españoles se han unido a la visita en inglés, porque ya no quedaba sitio".

Anna es una chica italiana que ha hecho el recorrido de esta mañana, pero no ha vuelto demasiado entusiasmada: "Tendrían que haber metido más comunicación, no sólo explicación", decía pidiendo más interactividad. Claro que Pablo, un amigo de Anna, piensa que el principal problema es que ella y las otras dos chicas italianas con las que iba no han entendido bien las expliaciones por problemas del idioma; "Si todo lo que han contado han sido anécdotas", responde a Anna cuando ésta protesta por un supuestamente excesivo contenido histórico y no tanto curioso.

¿Por qué trasladaron los restos de San Isidro a lo que hoy es la colegiata de San Isidro si tenían su templo específico en la Capilla de San Andrés? Es una de las preguntas que le han hecho a José Ignacio Salmerón, uno de los seis guías de esta mañana. Quien quiera averiguar la respuesta -relacionada con la expulsión de los jesuitas-, que se apunte al tour de hora y media de esta tarde que recorrerá la Plaza Mayor, la Plaza de la Provincia, la calle Imperial, la plaza de Puerta Cerrada, la calle Sacramento, la calle Cordón, la plaza de la Villa y la calle Mayor hasta desembocar en la Plaza de las Descalzas Reales.

Quien no pueda ir hoy, tiene rutas por el Madrid de los Austrias cada lunes a las 10:00 y los sábados a las 12:00, organizadas también por el Patronato de Turismo del Ayuntamiento, pero de pago (3,25 euros, 2,65 euros en tarifa reducida). En fin, habrá que animarse a verlo mientras las termitas lo permitan, ¿no?

martes, 25 de septiembre de 2007

Los vecinos desechados de Valdemingómez

César es el presidente de la Asociación de Vecinos Francisco Álvarez, que pide a la Junta Municipal de Vallecas, a la que pertenecen, que haga su zona habitable

A las 10 de la mañana, las diferencias entre la Cañada Real Galiana y la calle Francisco Álvarez (junto al vertedero de Valdemingómez) son, sobre todo, visuales: en la Cañada hay una hilera continua de camiones, en Francisco Álvarez apenas hay tráfico; en la Cañada todavía están encendidas las farolas, en Francisco Álvarez no hay alumbrado público; en la Cañada, socabones de varios centímetros nacen, crecen, se reproducen y jamás mueren, en Francisco Álvarez no hay un mal asfalto del que quejarse: una pobre pista de tierra aplastada y un puñado de polvo.

Pero una diferencia resalta sobre todas las demás: en la Cañada yacen o se arrastran un montón de toxicómanos, mientras que en Francisco Álvarez, cinco metros a la derecha, no se ve a nadie tirado. "Aquí no hay porque de día los echamos los vecinos, pero por la noche esto es la boca de un lobo", explica César Cuesta, dueño del bar Conrado, en la calle Francisco Álvarez.

El bar tiene, desde finales de agosto, restringido el derecho de admisión y una puerta que sólo se abre cuando César da el visto bueno al visitante. "El mesón de Oviedo", justo al lado, no puede permitirse esos lujos: "Si yo echo a todos los yonquis que entran, me muero de hambre", se lamenta el gerente cubano del bar, quien envidia la suerte de César, cuya clientela consta, sobre todo, de empleados de los vertederos.

César Cuesta, además, es también presidente de la Asociación de Vecinos Francisco Álvarez, que, desde hace un año, persigue unas reivindicaciones sencillas: alumbrado público, asfaltado, alcantarillado y agua corriente. "Pedimos el derecho como ciudadano de cualquier calle de Madrid a tener los servicios básicos", resume César.

Los problemas de esta calle se han agravado progresivamente. En el 97, cuando el plan de urbanismo recalificó este lado de la vía, aislado por la M-50, como zona rústica no edificable, el área quedó condenada a la carestía de infraestructuras, perjudicando a las viviendas y naves que César dice que estaban ahí mucho antes: "Aquí hay gente que lleva vivendo 78 años", especifica, y su propio bar, abierto por sus padres, está allí hace 36 años.

Desde hace diez "pinchan" el agua ilegalmente de las tuberías de la incineradora, como hace todo el mundo, pues son la única fuente de agua corriente en la zona. César dice que quieren tener agua legal, ya que de esta manera es frecuente quedarse sin agua porque no llega la presión, pero "cuando llamamos al Canal [de Isabel II], nos dicen que hablemos con Samur Social y que nos den bolsas de agua", cuenta César, explicando que él no necesita el agua para beber, sino para el negocio.

Conquistados por toxicómanos
A las infra-estructuras se sumaron hace tres años las drogas, que encontraron un buen punto de venta en la Cañada y ahuyentaron al 50% de la clientela del Bar Conrado, de acuerdo a los cálculos personales de César: "Aquí hemos llegado a tener cuatro empleados aparte de mi madre y yo; ahora nos basta con una chica". Y la situación ha ido a peor desde que en verano se intensificó el desmantelamiento de las Barranquillas, pues sus particulares residentes se mudaron hasta aquí. "En agosto se ha incrementado un 200% -protesta César- y sabemos que esto se va a poner peor, porque nos lo ha dicho hasta la policía: en las Barranquillas todavía faltan chabolas por tirar".

Andar por la Cañada ahora da miedo y así lo siente Arancha Alonso, asistente técnico de la planta de biometanización de Las Dehesas, especialmente cuando le tocan las ventanillas del coche:
- ¿Y qué te dicen?
- No sé, no las abro, ni siquiera les miro.

A los lados de la Cañada hay tumbados, casi inconscientes, hombres y mujeres extremadamente delgados. Brazos lánguidos cuelgan inertes por las ventanillas de coches parados. En torno a una fogata en mitad de la calle, dos hombres se concentran en un trozo de papel de aluminio, mientras un tercero los mira sin aparentar verlos. Andando sin detenerse, no cuesta encontrarse varios coches a los lados de la carretera, con el parabrisas roto incluso, en cuyo interior los pasajeros extienden el brazo en una postura delatora.

Ante este panorama, César encuentra irónico que la multa por hacer botellón vaya de 300 a 15000 euros y sin embargo la policía le haya explicado en ocasiones por teléfono que el consumo de drogas no es ilegal, sólo la tenencia. La policía hace controles, pero César duda mucho de su utilidad: "Eso no soluciona nada. ¿Que paren a un tío que ha pillado 2 gramos y se lo quitan? Se va a Madrid, da el palo y viene a por más. Que paren al que vende, eso sí que soluciona".

Según César, los que venden allí son gitanos españoles, y un Audi TT reluciente o una amplia piscina en una de las "chabolas" sugieren que venden mucho. "Aquí la renta per cápita es más alta que en la Moraleja", asegura el dueño del bar Conrado, que dice haber visto cómo un camión descargaba cuatro BMW nuevecitos en el barrio.

César entiende que en algún sitio tienen que vender la droga y acepta con resignación que “ahora es aquí” y piensa que si las autoridades lo permiten es porque prefieren tenerlos en un núcleo donde estén controlados y no dispersos por Madrid. Pero con semejante remedio la zona de la Cañada empieza a ser inhabitable y la violencia no escala, viaja en ascensor: César comenta el secuestro reciente de dos chicas inglesas que tenían encerradas en la zona, otro de no hace mucho en que una familia rumana secuestró a una compatriota porque la querían casar su hijo, a él le apedrearon la puerta del bar hace diez días y hará cosa de un mes escuchaba tiros en la calle a las ocho de la mañana. “Esto es el Bronx”, hace la inevitable comparación uno de los vecinos.

Aislarse o emigrar
El único remedio que se les ocurre por ahora desde la asociación de vecinos es, aprovechando la construcción de un nuevo acceso al vertedero, pedir una salida a esa vía por la parte trasera de la calle y que les autoricen a construir una valla que les aisle físicamente de la Cañada. Pero mientras llega ésta o cualquier otra solución, los ánimos de los vecinos están cada vez más crispados y César ya habla de patrullas nocturnas: según él, los patrulleros no buscan a los drogadictos para apelearlos, pero si ven a alguien drogándose en la calle, lo echan. ¿Hasta dónde puede llegar esto? “Pff... No lo sabemos”, responde César sin mayor atisbo de esperanza.

A los clientes, poco a poco se van sumando los suministradores del bar Conrado: “Me han llamado los de las tartas, que ya no me sirven más, que aquí ya no entran”; el proveedor de Coca Cola ya le dijo a César que sólo le entrega el material a primera hora, que es cuando está todo algo más tranquilo, y que si no no se lo lleva, y el de los vinos también le ha avisado de que, de seguir así la cosa, tampoco vuelve.

Así pues, sólo queda la huída: el bar está en venta. Un local de 760 metros cuadrados que ofrece por 250.000 euros, “pero vamos, que si me dan 200.000 me voy también”. Según César, poco podría hacer con ese dinero (unos 33.200.000 pesetas), “pero me serviría para que mis padres tengan una jubilación digna, para que salgan de aquí”. En cualquier caso, no confía mucho en poder venderlo, porque “los gitanos no me van a comprar nada legal, y un inmigrante no me va a pagar 200.000 euros”.

Preguntado por una alternativa realista, César confiesa que sólo les queda esperar a que la zona se degrade tanto que aprueben un plan específico o que les expropien. Pero confía en que algún político dé con alguna salida: “Las cabezas pensantes son ellos. A los que yo voto son los que tienen que darme la solución -reivindica-. A nosotros sólo nos queda el recurso de la pataleta”.

lunes, 24 de septiembre de 2007

Curling en el hielo madrileño

Según Ana Arce, España está en el puesto 15 o 16 de Europa en curling, "y en el mundo, poco más abajo"

En curling hay una regla no escrita según la cual el equipo ganador de un partido invita a una ronda al que pierde. "Y se cumple a rajatabla", asegura Antonio de Mollinedo, jugador del equipo español que compite a partir de hoy en el Europeo Mixto que se celebra en el Palacio de Hielo de Canillas hasta el 29 de septiembre. Esto da una idea del ambiente que reina en esta competición olímpica; de hecho, en teoría ni siquiera hay árbitro, y aunque en las competiciones internacionales de más nivel ya se ha incluido, se ha hecho con una particularidad: "Sólo entra el árbitro si lo piden los jugadores", explica Antonio, quien añade que si los jugadores llegan a un acuerdo entre ellos, el árbitro queda fuera: según él, en el curling reina "el buen rollo, muy, muy buen rollo".

El equipo español para esta competición está compuesto por cuatro jugadores: Ana Arce, Ellen Kittelsen, José Manuel Sangüesa y el propio Antonio. Ninguno de ellos lleva mucho tiempo jugando, pues en España, según explican Antonio y Ana, este deporte se practica sólo desde hace cinco o seis años. La más experimentada es Ana, que comenzó hace ocho años en Suiza: "Me invitaron unos amigos, empecé y me enganchó"; se enganchó tanto que montó primero la federación de curling de Andorra y después la de España.

Antonio se enroló en el curling por afán olímpico: "Nos juntamos varios amigos y buscamos un deporte en el que pudiéramos ir a las olimpiadas y que no hiciera nadie en España. Pensamos que el salto de trampolín era un poco arriesgado -explica Antonio entre risas-, y encontramos el curling. Empezamos muy de broma y de cachondeo, pero la verdad que engancha mucho".

Engancha tanto que, según estos dos jugadores, es el segundo deporte de invierno con más audiencia televisiva, después del slalom: en Canadá, cuando lo televisan, tiene más espectadores que el hockey hielo, que es deporte nacional, matiza Antonio.

En España, sin embargo, no está tan extendido, y no es ya que ni Ana ni Antonio puedan vivir de esto (ella es fotógrafo y él ingeniero informático), sino que para entrenar tienen que salir del país: "Tenemos que salir de España cuatro o cinco veces al año para entrenar fuera, y eso es muy caro y hay que pagarlo de tu bolsillo". Para conseguir financiarse, el año pasado vendieron un calendario con jugadoras de curling desnudas que hizo la propia Ana: recaudaron 55.400 euros, un resultado como para repetir la experiencia este año.

El problema para entrenar aquí es que no hay hielo dedicado, dice Ana: el curling requiere un hielo específico, distinto al del patinaje o el del hockey, pero, sobre todo, requiere un hielo, cualquier hielo, en el que puedan jugar sólo al curling y disponer así de horas de entrenamiento. "El hielo dedicado es la clave para conseguir medallas", asegura Ana, que se apoya en el ejemplo de Italia: "Hace cinco años no tenían hielo y estaban a nuestro nivel. A base de invertir y poner hielo, el año pasado ganaron la medalla de plata en los europeos".

Por no haber, en España no hay siquiera una liga nacional, aunque sí un campeonato de España en el que compiten unos 6 equipos femeninos y 20 masculinos, de acuerdo a los cálculos aproximativos de Antonio. Es el equipo ganador de este campeonato el que acude a las competiciones internacionales, pues, según Ana y Antonio, una selección no funcionaría bien en curling, pues dicen que es necesaria mucha química y conocerse muy bien: "Tú coges a los cuatro mejores jugadores del mundo a jugar juntos y no funcionaría".

En cualquier caso, ambos jugadores auguran mejores tiempos para el curling nacional, amparados por el rumor de que el año que viene se inicie una liga como tal y por el impulso que quiere proporcionar el ayuntamiento a cualquier deporte olímpico, incluso a los de invierno: "La verdad es que teniendo en cuenta lo poco importante que es el curling para España, sí que nos han dado un apoyo muy importante -admite Antonio-. Sin el apoyo del ayuntamiento y de la comunidad de Madrid no podríamos sacar adelante esta competición".

viernes, 21 de septiembre de 2007

Cuentistas por hobby


Según sus integrantes, lo especial de La Trupé es que cada uno relata cuentos muy diferentes con un estilo muy propio

"Érase una vez, que ya no es...". Así empieza el primer cuento de Nacho. Nacho no es cuentista; Nacho es economista. Del mismo modo, Laura es profesora de música; Jesús, técnico de drogas; Bea, educadora social; Manolo, funcionario del Ministerio del Interior; Amalia, fisioterapeuta; Laura, estudiante de magisterio, y Raúl, diseñador gráfico. Pero todos, juntos, son La Trupé.

Lo que empezó con un curso de cuentacuentos que juntó a muchos desconocidos, se ha convertido a estas alturas en una caperucita drogadicta, una princesa desencantada de un príncipe "gilipoyas", una madre que asfixia a su hijo por terror, y tantos otros imposibles. Precisamente los imposibles, meterse en un mundo de fantasía que rompe con su rutina habitual, es una importante motivación para Laura, la profesora de música: "Yo no quiero hablar de lo cotidiano".

Ésa, según ella, es una de las cosas que los diferencian de los monólogos. Para Nacho, "el monólogo es más una historia cotidiana que busca la risa fácil. El cuento es como más profundo". Ni Nacho, ni Manolo, ni Laura se ofenden porque les llamen monologuistas, es, simplemente, que no es lo que son; Manolo confiesa que está pensando escribir algún monólogo; Nacho reconoce que en sus cuentos introduce algunos recursos propios de ese género: "Yo soy cuentólogo", se describe a sí mismo entre risas; Laura, niega la mayor: "Yo no soy monologuista".

En cualquier caso, no les importaría que hubiera un boom de cuentacuentos como lo hubo en su día de monólogos, de acuerdo a los comentarios de Jesús, que dice que como a la gente no le dé de pronto por ver cuentos en la tele, es difícil hacer profesión como cuentacuentos: "De esto vive la élite, y la élite son tres".

Desde luego, con afluencias de público como la de ayer es difícil subsistir: seis personas, cuatro de ellos amigos de los cuentacuentos. El grupo protesta por actuar los jueves, porque apenas va gente, mientras que cuando lo hacen los sábados, según ellos, llenan la sala del Plot Point, el teatro que les acoge. De cada entrada, a 8 euros los jueves y 10 los sábados -con bebida incluida el segundo día-, se quedan el 50% los miembros de la Trupé que actúen. "Que actúen" porque no salen todos en cada contada, sino que se van turnando, y lo normal es que participen tres en cada espectáculo y uno más que se encarga de las luces.

Dicen que ganan bastante más con las contadas infantiles, pero también es cierto que ganar dinero no es la motivación de todo esto. De hecho, han participado en varios espectáculos benéficos para la Asociación Juvenil e Infantil Virgen de Atocha (AJIVA), el hospital Niño Jesús, la Fundación Magdala...

Cada uno con sus motivaciones personales, Manolo ve en los cuentos una envoltura entretenida para transmitir siempre un mensaje de fondo y saciar cierto afán de protagonismo confeso; Laura cree que el escenario le ayudará a superar su fobia a tocar música en público y a transmitir, además, "cosas que sientes"; Nacho, parece hacerlo más por puro entretenimiento, por "contar cosas que no has vivido y adaptar el mundo a tu realidad".

Más o menos a gusto en sus trabajos oficiales, por ahora a los cuentos no les piden manutención, y se conforman con haber encontrado gente con la que compartir una pasión y poder acercar un mundo que les fascina a un público que no está acostumbrado a él: los adultos. Laura, si se dirige a este público, es para una cosa: "que se metan en el mundo de los cuentos y disfruten como niños".

jueves, 20 de septiembre de 2007

La noche en blanco y en tinto

¡¡¡El salchichón y las bravas también son cultura!!!

Llega la segunda edición de la Noche en Blanco. La gran 'gimkana' de la cultura. Las doce pruebas de Asterix. El visitante puede desempolvar aquellas zapatillas de deporte con suspensión y cámara de aire, aquellas que compró en año nuevo con el propósito de salir a correr todas las tardes. Y es que el visitante debe estar preparado para recorrer muchos kilómetros, dada la vastedad de la oferta. Tanta caminata puede condenarnos a una sed y a un hambre profundos como un agujero negro. Ahí van algunas recomendaciones de entre los cerca de 300 bares y restaurantes que permanecerán abiertos durante la Noche en Blanco hasta las cinco de la madrugada. ¡Los chinos de la Gran Vía ya no son el único recurso para calmar esa hambre sonámbula!

En la zona de Lavapiés podremos acudir buscando avituallamiento al Soidemersol. Ésta es una de las terrazas con más leyenda de la calle Argumosa. Antes se llamaba 'Los Remedios' y se conocía popularmente como 'El Económico'. Entonces, el brillante grupo de pop 'La Buena Vida' les dedicó un disco al que llamaron 'Soidemersol', título consistente en la inversión del nombre original del bar. Algún tiempo más tarde, los nuevos dueños reformaron el local, adoptaron el nombre del disco de 'La Buena Vida' y los precios dejaron de ser tan económicos. Sin embargo, sigue manteniendo cierto encanto, y estará abierto hasta las cinco de la mañana del sábado "si los clientes responden a la llamada de la Noche en Blanco", según aseguran sus responsables. La cocina funcionará hasta la una, y después se servirán tostas, embutidos y platos fríos. El espectaculo más cercano será la intervención de Kristoffer Ardeña, llamada Monumentos comestibles, en la Plaza de Lavapiés, de 21 a 3 horas.

El Soidemersol alargará su horario con motivo de la Noche en Blanco

En la Plaza Isabel II, junto al Teatro Real, se puede buscar refrigerio en el 'Café del Real', un lugar acogedor para degustar buenos mojitos o apetitosos pedazos de tarta. Además, Micaela y Mercedes garantizan mucho arte en la atención al cliente. De hecho, Micaela se dedica también al mundo del teatro y ahora participa en el Teatro por la Identidad, que se da cita cada lunes en el Alfil. Por su parte, Mercedes se dedica a escribir algunos cuentos infantiles. Este lugar es estratégico para la Noche en Blanco, pues se encuentra al lado del Teatro Real, que podrá visitarse de 23 a 3 horas.

Quizás una de las citas obligatorias de la noche sea la sesión de Fibla, uno de los djs más importantes de la escena catalana. En ella, además, su música se fundirá con la literatura en el Centro Cultural Blanquerna. Uno de los bares que abrirán toda la noche cerca de este escenario, y también emparentado con la literatura, es el Café Gijón, que tendrá servicio de terraza si el tiempo acompaña, y en el que se servirán sus tradicionales callos y croquetas.



Y sin abandonar la comida madrileña más tradicional, la bocadillería El Brillante, frente al Museo Reina Sofía, también servirá sus afamados bocadillos de calamares durante buena parte de la noche. Si sus preferencias responden a una cena de cuchillo y tenedor, puede acudir, también en la plaza del Reina Sofía, a la pizzeria Pinocchio, que estará abierta hasta las tres de la madrugada.

Si alguien no tiene mucha curiosidad artística y quiere limitarse a hacer barra fija en los bares, una buena opción es la de acudir a El Águila, en el número dos de la calle La Palma. Estará abierto hasta las cinco de la madrugada y ofrecen un descuento especial para la Noche en Blanco: 3x2 en minis de calimocho y de cerveza, los cuales se pueden acompañar con tapas de oreja, bravas, albóndigas, alitas de pollo, etcétera. Ahora sólo falta desear el buen funcionamiento de las medidas que ha presentado el alcalde Gallardón para facilitar el transporte por los itinerarios de la Noche en Blanco.

Cante jondo en el suburbano madrileño

Carmen Pacheco Rodríguez, nombre auténtico de Carmen Linares, fue Premio Nacional de la Música en 2001 y Medalla de Oro de las Bellas Artes en 2006

Lonas negras cierran parte del vestíbulo de la estación de metro de Chamartín; dos sábanas rojas, a modo de puerta, dan paso a una alfombra del mismo color que atraviesa una sala atiborrada de sillas plegables de madera; al otro extremo, frente a la entrada, un escenario, un único foco blanco y una voz: "¡Hacia Roma caminan dos peregrinos, a que los case el Papa, mamita, porque son primos, niña bonita!".

Carmen Linares puso en pie anoche al auditorio de la tercera sesión de la Cumbre Flamenca Comunidad de Madrid 2007, con un repertorio que ella misma bautizó como "Popularis Jondis", compuesto a partes iguales por canciones populares y cante flamenco. A su derecha, Julio Blasco, Rafael Villanueva, Pedro Esparza, Ana Mari y Javier González, con el contrabajo, el violín, la flauta travesera y las palmas, respectivamente; a su izquierda, Paco Cortés y Miguel Ochando guitarras en mano, y Tino Di Geraldo con las manos sobre el cajón flamenco y la percusión en general.

Entre el público, muy pocos se sentaban con naturalidad, y preferentemente estiraban el cuello para intentar ver a la cantaora por encima de las cabezas de delante, o bien se giraban hacia los primeros planos que enfocaban cualquiera de las seis pantallas de plasma. Seguramente este mismo público tan propicio a la tortícolis estuviera pensando en Gallardón y en que ojalá hubiera puesto aire acondicionado también en las estaciones y no sólo en los vagones
de metro cuando tenía competencia para ello: el calor agobiante daba un aire andaluz al público con sus improvisados abanicos, y un énfasis a los rostros de sufrimiento y esfuerzo de la protagonista, bañada en sudor bajo los focos: "Vamos a salir de aquí más chiquitillos del calor que estamos pasando", protestó con humor Carmen Linares.

Sufriendo este mismo calor, entre el público estaba Maribel, bailarina profesional de baile clásico español desde hace 22 años. Ella vino también a las jornadas del lunes y el martes, con José Mercé en el estreno y El Güito al día siguiente, y resume ambas en dos palabras: "Genial, genial". También asistió a la cumbre flamenca del año anterior, en Nuevos Ministerios, "pero creo que este año está mejor, me parece que esto es más grande", aseguraba mientras esperaba ayer a recoger su invitación en una fila de más de media hora.

Algunos, de hecho, llevaban apostados al frente de la cola desde las seis de la tarde, aunque las entradas no se empiezan a repartir hasta las nueve. "Y mañana me han dicho que venga pronto, porque como toca Carmona dicen que esto va a estar hasta arriba", cuenta Maribel, viéndose a sí misma esperando durante tres horas para asegurarse una invitación para la sesión de hoy de Antonio Carmona.

El viernes será el turno de Aurora Vargas y Pansequito, otros dos grandes, según Maribel, para los que, sin embargo, ella misma cree que no habrá problema de entradas, porque dice que no son tan famosos fuera del mundillo como Carmona "y además, siendo viernes la gente se irá a otras cosas", explica Maribel con la esperanza puesta en una fila más corta.

El flamenco, según esta bailarina, está de moda, y aunque Maribel está encantada con certámenes como el del metro, teme que el flamenco esté desplazando a otros bailes clásicos españoles, y lamenta que el Ballet Nacional le dedique, a su parecer, también cada vez más tiempo.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

De turismo entre las tumbas de La Almudena

Las tumbas de Lola y Antonio Flores son las más visitadas

La tumba de Jim Morrison, en el cementerio Père-Lachaise de París, suele congregar a multitud de sus seguidores, para desesperación de los conservadores del cementerio. Y es que hay muchas ciudades que, como París, promueven la visita a sus cementerios como atracción turística. No es el caso de Madrid, donde la gente, por lo general, desconoce las tumbas o los monumentos de sus camposantos. ¿Podría promocionar Madrid la visita a sus cementerios?

En cuestión de personajes, las tumbas madrileñas son muy castizas. Por ejemplo, el equivalente a la tumba de Jim Morrison podría ser la de Lola Flores, en el cementerio de La Almudena, que recibe visitas y dedicatorias frecuentes de sus seguidores. A su lado se encuentra también la tumba de su hijo Antonio. Un par de estatuas homenajean a ambos. Otra de las estatuas más llamativas de La Almudena es la del torero 'El Yiyo', muerto en 1985 en la plaza de toros de Colmenar por la cogida de un toro.

Otro de los personajes famosos enterrados en dicho cementerio es Jesús Gil, ex presidente del Atlético de Madrid y ex alcalde de Marbella. A pesar de la ostentosidad de la que hacía gala en vida, el panteón de su familia es muy sobrio, y carece de grandes escudos del Atlético o reproducciones de la fuente de Neptuno. Entre las tumbas de personajes famosos también se encuentran las de Enrique Urquijo, Tierno Galván, El Fary o Francisco Umbral.

Pero en Madrid existen otros cementerios más modestos. Por ejemplo, el cementerio hebreo, situado en la carretera de Vicálvaro, o el cementerio anglicano, en el distrito de Carabanchel. En este último está enterrado el fundador del emblemático restaurante Lhardy. Hasta el momento se desconoce la existencia de alguna procesión desde el restaurante hasta la tumba para honrar sus célebres caldos y croquetas.

El retrato más completo de cementerios madrileños se encuentra en Cementerios de Madrid. Memoria sepulcral de la ciudad, obra de Miguel Álvarez. El autor certifica la dificultad de escribir sobre cementerios: "Algunos amigos me devolvieron el libro cuando se lo regalé, porque no les gusta mucho el tema". Álvarez también reconoce el declive de los cementerios, por el elevado precio de las tumbas y por el aumento de incineraciones. Desde luego, él se apunta a esta última tendencia: "¡A mí, que me incineren!". Este especialista en cementerios reconoce que la muerte no hace iguales a pobres y ricos, como suele decirse: "Sólo hay que mirar las diferencias entre las tumbas más modestas y los ostentosos mausoleos de los ricos".