viernes, 21 de septiembre de 2007

Cuentistas por hobby


Según sus integrantes, lo especial de La Trupé es que cada uno relata cuentos muy diferentes con un estilo muy propio

"Érase una vez, que ya no es...". Así empieza el primer cuento de Nacho. Nacho no es cuentista; Nacho es economista. Del mismo modo, Laura es profesora de música; Jesús, técnico de drogas; Bea, educadora social; Manolo, funcionario del Ministerio del Interior; Amalia, fisioterapeuta; Laura, estudiante de magisterio, y Raúl, diseñador gráfico. Pero todos, juntos, son La Trupé.

Lo que empezó con un curso de cuentacuentos que juntó a muchos desconocidos, se ha convertido a estas alturas en una caperucita drogadicta, una princesa desencantada de un príncipe "gilipoyas", una madre que asfixia a su hijo por terror, y tantos otros imposibles. Precisamente los imposibles, meterse en un mundo de fantasía que rompe con su rutina habitual, es una importante motivación para Laura, la profesora de música: "Yo no quiero hablar de lo cotidiano".

Ésa, según ella, es una de las cosas que los diferencian de los monólogos. Para Nacho, "el monólogo es más una historia cotidiana que busca la risa fácil. El cuento es como más profundo". Ni Nacho, ni Manolo, ni Laura se ofenden porque les llamen monologuistas, es, simplemente, que no es lo que son; Manolo confiesa que está pensando escribir algún monólogo; Nacho reconoce que en sus cuentos introduce algunos recursos propios de ese género: "Yo soy cuentólogo", se describe a sí mismo entre risas; Laura, niega la mayor: "Yo no soy monologuista".

En cualquier caso, no les importaría que hubiera un boom de cuentacuentos como lo hubo en su día de monólogos, de acuerdo a los comentarios de Jesús, que dice que como a la gente no le dé de pronto por ver cuentos en la tele, es difícil hacer profesión como cuentacuentos: "De esto vive la élite, y la élite son tres".

Desde luego, con afluencias de público como la de ayer es difícil subsistir: seis personas, cuatro de ellos amigos de los cuentacuentos. El grupo protesta por actuar los jueves, porque apenas va gente, mientras que cuando lo hacen los sábados, según ellos, llenan la sala del Plot Point, el teatro que les acoge. De cada entrada, a 8 euros los jueves y 10 los sábados -con bebida incluida el segundo día-, se quedan el 50% los miembros de la Trupé que actúen. "Que actúen" porque no salen todos en cada contada, sino que se van turnando, y lo normal es que participen tres en cada espectáculo y uno más que se encarga de las luces.

Dicen que ganan bastante más con las contadas infantiles, pero también es cierto que ganar dinero no es la motivación de todo esto. De hecho, han participado en varios espectáculos benéficos para la Asociación Juvenil e Infantil Virgen de Atocha (AJIVA), el hospital Niño Jesús, la Fundación Magdala...

Cada uno con sus motivaciones personales, Manolo ve en los cuentos una envoltura entretenida para transmitir siempre un mensaje de fondo y saciar cierto afán de protagonismo confeso; Laura cree que el escenario le ayudará a superar su fobia a tocar música en público y a transmitir, además, "cosas que sientes"; Nacho, parece hacerlo más por puro entretenimiento, por "contar cosas que no has vivido y adaptar el mundo a tu realidad".

Más o menos a gusto en sus trabajos oficiales, por ahora a los cuentos no les piden manutención, y se conforman con haber encontrado gente con la que compartir una pasión y poder acercar un mundo que les fascina a un público que no está acostumbrado a él: los adultos. Laura, si se dirige a este público, es para una cosa: "que se metan en el mundo de los cuentos y disfruten como niños".

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