No es posible. Un maniquí de lo más pijo luce el palestino de moda asomado al escaparate del Zara de Serrano. "¿Dónde tenéis el pañuelo ése?" pregunto tratando de ocultar mi ansiedad . "Huy hija, agotadísimo" suelta la dependienta, más agotada que el pañuelo de soportar la taquicardia de las fashion victims.
Teléfono en mano, peino las 17 tiendas de la cadena en Madrid capital. "Oye, ¿queda algún pañuelo como el que te llevaste tú ayer?". Al otro lado del hilo oigo como la cajera hace sus pesquisas entre compañeras. Vuelve a dirigirse a mí: "¿en qué color te gustaría?", me interroga con sorna. Por un momento recupero la esperanza. Negativo. Se los quitan de las manos en cuanto salen del camión. Y eso que cuesta 19,90 euros la pieza, un precio más que considerable según la media del emporio de Amancio Ortega.
Nicolas Ghesquière para Balenciaga -heredero del trono que Tom Ford al abandonar Gucci había dejado desierto- es el culpable de que los pañuelos palestinos, con más carga que un simple souvenir étnico, sean el complemento más popular y buscado de la temporada. Primero fueron los oenegeistas, luego los perroflautas, el año pasado los adoptaron los modernillos que visten mirando a Londres y este año la democracia del copy-paste lo entrega al pueblo. A la salida del colegio, en las mesas de Embassy, en Malasaña, en Chueca o en el club más poligonero del extrarradio puedes encontrar a cualquiera ataviado con el símbolo de la lucha palestina que Arafat puso de moda entre los defensores de la causa hace 40 años.
Teléfono en mano, peino las 17 tiendas de la cadena en Madrid capital. "Oye, ¿queda algún pañuelo como el que te llevaste tú ayer?". Al otro lado del hilo oigo como la cajera hace sus pesquisas entre compañeras. Vuelve a dirigirse a mí: "¿en qué color te gustaría?", me interroga con sorna. Por un momento recupero la esperanza. Negativo. Se los quitan de las manos en cuanto salen del camión. Y eso que cuesta 19,90 euros la pieza, un precio más que considerable según la media del emporio de Amancio Ortega.
Nicolas Ghesquière para Balenciaga -heredero del trono que Tom Ford al abandonar Gucci había dejado desierto- es el culpable de que los pañuelos palestinos, con más carga que un simple souvenir étnico, sean el complemento más popular y buscado de la temporada. Primero fueron los oenegeistas, luego los perroflautas, el año pasado los adoptaron los modernillos que visten mirando a Londres y este año la democracia del copy-paste lo entrega al pueblo. A la salida del colegio, en las mesas de Embassy, en Malasaña, en Chueca o en el club más poligonero del extrarradio puedes encontrar a cualquiera ataviado con el símbolo de la lucha palestina que Arafat puso de moda entre los defensores de la causa hace 40 años.
1 comentario:
la mas guapa la niña de la primera foto
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